La lucha entre la imagen y la libertad
El festival universitario celebrado en Rabasa reabre el debate sobre la creación de una zona destinada a albergar el botellón
La fiesta universitaria celebrada el pasado 4 de abril en el polígono industrial de Rabasa ha abierto de nuevo el debate sobre la necesidad de crear un espacio en la ciudad de Alicante destinado a que los jóvenes puedan beber sin molestar a nadie. Los comercios cercanos a la zona donde tuvo lugar el botellón han mostrado su malestar debido a las molestias que los jóvenes causaron a clientes y empleados en su intento de refugiarse de la lluvia. Unas molestias a las que ya se busca culpable, y entre los sospechosos se pueden encontrar clásicos como “la juventud de hoy en día”, pero también, el Ayuntamiento de Alicante, por permitir este tipo de eventos.
El rastro de suciedad que ha dejado esta fiesta ha colocado a la organización del evento en el foco de las críticas. Trabajadores de las empresas han calificado la situación de “vergonzosa” y consideran que es “indignante que se permita tomar alcohol en un espacio público”. Los encargados del festival explican que su seguridad “se limitaba a la dimensión del recinto”, y que por lo tanto lo ocurrido en otras instalaciones “era responsabilidad de su propio servicio de seguridad y de la Policía Local”.
Multitud de jóvenes se refugiaron de la lluvia en los aparcamientos de los comercios del polígono de Rabasa |
La toma de responsabilidad sobre lo sucedido en Rabasa se ha convertido en una patata caliente que se están pasando las distintas organizaciones que hicieron posible este evento y las fuerzas de seguridad local, que admiten que “ante un evento de tal magnitud se vieron incapaces de actuar”. 12.000 personas es un dato que se debió tener en cuenta desde el principio, y no ahora con el problema ya ocurrido. Tal vez sea hora de tener en cuenta que este tipo de eventos no se pueden llevar a cabo en cualquier lugar. Muchos se preguntan por qué la propia organización no dispuso de una mayor zona cubierta, ya que con los medios actuales la previsión meteorológica no es ningún misterio. Tras la tempestad del pasado miércoles, otro tipo de lluvia amenaza con caer sobre Alicante.
El Ayuntamiento de la capital no se ha librado del aluvión de críticas. Gran parte de los ciudadanos no ve con buenos ojos que la alcaldía cobrara 500 euros por los permisos para la organización del evento. Muchos alicantinos lo ven como un intento de desentenderse del problema. Y es que este es solo un capítulo más del constante inconveniente que sufre Alicante con el botellón. La suciedad en las calles aumenta cada fin de semana. El precio de las copas en los bares es abusivo, por lo que los jóvenes optan por beber en la calle, aunque el coste de una multa sea mucho mayor que el de una copa. El Ayuntamiento ha decidido aumentar la seguridad en las calles para acabar con el botellón, pero no parece una medida demasiado eficaz, sobre todo porque fiestas como las del pasado miércoles son poco menos que inevitables.
Ciudades universitarias y que cuentan con un gran número de jóvenes entre su población se enfrentan también a este inconveniente cada fin de semana. Pero las medidas propuestas en capitales como Granada hace que sea mucho más sencillo hacer frente al botellón y contentar a todas las partes. Desde que el botellón se vio impulsado por la actividad de las redes sociales, se ha convertido en un tipo de evento más multitudinario. Por ello, algunos ayuntamientos decidieron crear una zona para que los jóvenes dispusieran de un espacio para beber. Un lugar que además cuenta con vigilancia para evitar que se produzcan inconvenientes tanto dentro como fuera del recinto.
Medidas como esta mantienen a los aficionados del botellón en el mismo lugar, por lo que la vigilancia es mucho más fácil. Además, se suele ubicar en un recinto alejado del casco urbano para no causar molestias al resto de ciudadanos. Aún así, los complejos hoteleros y bares de Alicante se niegan por completo a que se lleve a cabo esta medida argumentando que se daría una mala imagen de la ciudad que repercutiría directamente sobre sus beneficios.
Los jóvenes en cambio, reciben esta idea con los brazos abiertos. Todos ellos consideran la multa por beber en la calle excesiva pero no están dispuestos a pagar 8 euros por una copa, por lo que aceptarían encantados un espacio destinado al botellón. Carlos Bartual, estudiante de Sociología de la Universidad de Alicante, piensa que se está demonizando a la juventud por la mala actitud de unos pocos. Al contrario que las empresas turísticas de la ciudad, Bartual piensa que “la creación de un espacio para desempeñar el botellón daría a Alicante una imagen de modernidad que atraería más turismo nacional”.
Los hoteles son un gran foco de beneficios para la capital alicantina, pero ¿hasta qué punto daña la imagen de la ciudad una zona habilitada para el botellón? Una medida que podría ser la solución de la suciedad que sufre la ciudad, un foco de mala imagen que nadie tiene en cuenta.
Esta disparidad de opiniones entre jóvenes y hoteles es una constante en Alicante. De momento, parece que la opinión de las empresas convence más al Ayuntamiento. Aunque con sucesos como los del pasado 4 de abril tal vez se vean obligados a cambiarla.